Telecinco, por el share te la hinco


He desintonizado T5 y todas sus afiliadas de mi televisor. Tiene que haber algún modo de frenar una estupidez tan dañina.
En España las audiencias se miden con 4.500 audímetros que, supuestamente, representan a la sociedad española. De esos estudios heterodoxos se deduce el coste por GRP, medida principal con que las centrales de medios realizan las planificaciones de sus clientes, los anunciantes que invierten sus presupuestos millonarios según lo que las centrales les sugieren.
                Y al final de toda la cadena de despropósitos están las cadenas de televisión y las productoras que les suministran los contenidos. Como los datos de los hogares con audímetro son secretos, se me ocurre que lo mejor es apelar a la verdadera audiencia de los programas, es decir, tú y yo.
Es evidente que entre programas como Sacalalengua o Redes (la o 2) y Sálvame o GH media no ya un abismo, sino una completa y diversa concepción de la sociedad.
                De manera análoga, entre una propuesta televisiva como la de la Sexta o la de Antena 3 por poner dos alternativas editoriales, y Telecinco y sus franquicias hay tanta distancia como la que va de Berlusconi y sus bunga-bunga a Gordon Brown y sus recortes sociales. Ah, sí, claro: no se me olvida que telecinco es invento del mismísimo Berlusconi.
                Telecinco es bazofia. Y su concepción de la sociedad es que sus televidentes son bazofia y que sus trabajadores son bazofia, desde los presentadores a los guionistas pasando por los realizadores, directores, iluminadores y regidores que, al fin, no han hecho nada para mejorar la oferta televisiva que fabrican, salvo poner la mano a fin de mes y dejarse arrastrar por la hez que sale de los platós y se desliza por los pasillos y despachos hasta los bolsillos de Berlusconi vía Paolo Vasile, el cooperador necesario que obtiene sus prebendas y beneficios de manera tan poco honorable, aunque indubitadamente legal.
¿Y su adudiencia millonaria? Me temo que sin darnos cuenta estamos alimentándonos de mugre. Tal vez no seamos culpables, pero sí responsables cada vez que, pudiendo elegir otra cosa, aceptamos la suciedad que telecinco esputa.